Tengo varias
visiones sobre el futuro. Ninguna utópica. Tal vez la mejor, gracias a las
pelis, sea una en la que las sombras de la humanidad lucha entre sí por
combustible, agua, y por qué no, algún que otro ideal. Ahora expondré la que
más me aterra.
Soy un temeroso
de la tecnología, de los avances meteóricos y los superhumanos. Quizá
antiguamente se muriesen con 40 o 50 años, pero dudo que mucha gente padeciera
cualquiera de la marabunta de dolencias, enfermedades y enfermedades que
padecemos hoy en día, unos u otros, con normalidad. Estamos hasta los topes de
química, no se imaginan cuanto, y ya no hay absolutamente ningún remedio.
Cada vez
dependemos más de trastos, chismes nos hacen la vida más fácil. ¿Dependemos?
Nos hacen depender, o creer que dependemos, de una infinidad de artefactos. Y
cada vez falta menos para que tengamos robots y otras chatarras pululando por
la casa. “¿Más té, señor?” dirá una cafetera con tres ruedas. Después de eso, quién
sabe. Tal vez inventen realidades virtuales. Nos pondremos un casco y
fliparemos con lo que queramos ver, porque veremos lo que queramos. Nuestros
anhelos serán satisfechos. Las máquinas harán nuestro trabajo y las manejaremos
desde casa. O serán automáticas, ¿por qué no? Así no tendremos que
desenchufarnos del casco mágico, y alguna compañía inventará un fantástico
sistema de alimentación y cuidados intensivos que nos permitirán olvidarnos del
mundo.
Quién sabe, tal
vez terminemos metidos en un cubículo, enchufados a nuestro subconsciente,
hasta las trancas de sustancias químicas placenteras, alimentos pseudosólidos
suministrados cada 6 horas y un buen montón de otras mierdas. Cada X tiempo la
máquina extraerá un espermatozoide o un óvulo, según el sexo del desgraciado
post-humano, y unos brazos mecánicos
construirán otro cubículo, injertarán ese embrión dopado, y el ciclo vuelve a
empezar. ¿Matrix? No, aquí la realidad no tiene mucho más de 2 metros cuadrados
y un nudo de cables, tubos, sondas y agujas. Al morir, por ejemplo, el cubículo
podría abnegarse en alguna sustancia extremadamente ácida, lo limpiase todo, y
tras un reacondicionamiento, volvería a quedar operativo. Al final, seremos
sacos gelatinosos realmente felices, ¿No?
Espero estar
totalmente equivocado.
Es el mejor retrato que he leido del futuro, por lo menos el que mas creo que se le asemeja =D
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