Es típica la
imagen de una horda de andrajosos bárbaros entrando a saco en una villa romana,
pasándose por el hacha o la entrepierna lo que fueran encontrando. Esto fue
cierto, pero las menos veces.
Ese aspecto en
mayor medida ficticio de los pueblos germánicos viene dado, en la mayor medida,
por el Positivismo Histórico. Esta postura es básicamente “hace la historia de
una batalla”. Fijarse exclusivamente en los grandes picos. Cuando, realmente,
“No es la historia de Santiago, sino la del mercader, del caminante”, es decir,
se debe de estudiar el completo de las circunstancias que rodeaban el contexto,
y entonces tal vez entendamos de dónde venimos, y a dónde no debemos volver.
Por esclarecer
mentes, diré que la iniciativa, el detonante de las grandes invasiones que
causaron la disolución del imperio romano de occidente, fueron los Hunos. Una
tribu bárbara de las estepas asiáticas, pero cuidado. Asia no es solo China. Y
estos Hunos provenían, aproximadamente, de norte del Cáucaso, algo así como
iraníes. Imagínense turcos anchos, bajos, sin barba y rapados, con los cráneos
deformados por un ritual brutal. Pues estos Hell Angels a caballo del Mundo
Antiguo intentaron invadir al imperio romano de oriente (la mitad derecha del
mediterráneo según lo vemos en el mapa, Italia era del imperio occidental), pero
estando este bien pertrechado y organizado, hicieron resbalar las invasiones
hacia occidente. Realmente la mejor forma de librarse de los bárbaros era pagándoles
oro, no se crean ustedes que tal como lo viste Hollywood, a la gente le guste
matar y morir.
Esto tal vez
pueda sonar gracioso. Estos tipos bajitos y apretados, extremadamente enfadados
y con esos diminutos pero forzudos caballos, invadieron, de las peores maneras,
a los Godos, Visigodos, Ostrogodos… Y ahora es cuando estos entran en el
imperio de occidente…pidiendo socorro y ayuda. Efectivamente, los rudos y
rubios germanos pidieron socorro a Roma, pues huyeron en dirección contraria de
donde venían los malos; iban hacia occidente. Italia, Galia, Dalmacia, Venecia…
Tampoco era
cosa rara ver bárbaros en el imperio. Ya había muchos germanos y otros tipos de
bárbaros trabajando las tierras del imperio como aldeanos, y haciendo de
criados. O soldados a sueldo, las famosas legiones extranjeras. Otro dato
relevante fue que en el 212 se concedió el título de ciudadano romano a todos
los súbditos del imperio, lo cual comprendía claro a toda suerte de gentes.
Vamos, que los bárbaros no aparecieron de buenas a primeras. Pues bien, allá
que entraron estos asustados. Y luego ya, pues bueno. Las típicas revueltas,
choques de religiones… Cristianas eh, los romanos eran católicos y los germanos
de la herejía de arriano (saben ustedes, una de esas ramas para contar el mismo
cuento de otra forma), aunque antes sí hacían culto a Odín y tal. Y a todo esto
le sumamos la mala hechura del imperio occidental y el hambre de unos pocos
caudillos, y ya si tenemos las buenas peleas y sitios a ciudades.
Otra cosa
interesante, importante. Los bárbaros “admiraban” al imperio, querían
construirse a sí mismos a imagen y semejanza de estos. A mí me resulta
gracioso. Debía de ser como tener a un tipo enajenado y con un hacha al lado
tuya que no para de pedirte cosas y que te admira, pero en cuanto que se le
rompe un juguete o cree que le has dado pocas medallas, te mata. Y esto pasó,
ya le metieron en una candela al emperador Valente, el pobre, en el año 378,
por orden del gran caudillo visigodo Alarico.
Y aún así, la
cultura grecolatina dejó una impronta indeleble. Tengan ustedes en cuenta que
nadie se acuesta en el mundo antiguo y se levanta en la edad media. No. Todo es
un proceso irrefrenable de cambio evolutivo. Las culturas se mezclan, se caen
los imperios, nacen las ciudades…El ser humano evoluciona, lo que no quiere
decir que avance ni que retroceda, el árbol de la vida solo se divide en ramas,
y el objetivo siempre es adaptarse.
Porque habrá un
romano más cruento que un bárbaro, y un bárbaro más astuto que cualquier
romano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario